miércoles, 1 de septiembre de 2010

Donde empieza la felicidad.

Siempre me he preguntado qué había más allá de la felicidad. La felicidad se intuye como un sueño, una meta, el final de un largo, azaroso, y, en la mayoría de los casos, casi por definición, desventurado recorrido por los resquicios de este camino al que denominamos vida.

Así pues, una vez alcanzada la felicidad, ¿qué queda? ¿Ante qué nos encontramos? ¿Quizás una planicie emocional? ¿El letargo anímico en un continuo sentimiento de autorrealización y autocomplacencia? ¿Un devenir constante de risas y ruidoso jolgorio? ¿O la paz interior? Y, lo más importante, ¿se detiene el mundo de cada uno una vez alcanzada la felicidad? No, en absoluto.

Una vez alcanzada ésta, son otras muchas las metas que luchar por conseguir. Al fin y al cabo, cuando uno se introduce en la vorágine adictiva de la felicidad, tan sólo descubre que al dar un paso, y después otro, y otro, y otro más, la felicidad va in crescendo.

Me pregunto, ahora, si tiene límites.




“La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.”
Henry Van Dyke.

“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.”
Thomas Chalmers.

1 comentario:

  1. Me gusta saber que todo va estupendamente, y por tu último escrito veo que irradias alegría por donde pasas, ojalá todo siga así, llámame cuando puedas y nos contamos los últimos acontecimientos, ya sabes que las batallitas siempre fueron lo mío.
    Un abrazo,
    I.

    ResponderEliminar