martes, 18 de octubre de 2011

La caja


Nuestro corazón está guardado en una caja. Hay cajas hermosas y coquetas, similares a una caja de bombones, y otras en las que el mismo envoltorio es dulce. Hay cajas que perdieron su luz con el tiempo y, poco a poco, se han ido cubriendo de polvo, al igual que un viejo baúl en un trastero. Las hay abiertas, esperándote, y las hay que nunca se abrirán. Estas cajas parecen muy dispares, pero todas comparten su tamaño: son desproporcionadas. Son tan grandes que el corazón apenas puede encontrarse a sí mismo. Además, introducimos multitud de elementos en esas cajas y, el corazón, oculto en algún recoveco al cobijo de una sombra, se nos pierde.


Por ello, cuando de repente se produce un acontecimiento, un gesto o una palabra que nos hace sentir el corazón nos quedamos extasiados. ¿Qué ha sido eso? Parecía un latido, allá lejos. ¿Y eso? ¿Otro latido? ¿Qué está sucediendo? Lo irremediable. El corazón, al verse sometido al estímulo adecuado, crece. Si algo le entusiasma, se remueve, se despereza, se estira y, de repente, ¡ahí está! Lo sentimos chocando contra las paredes de esa gran caja en la que lo teníamos olvidado. Y si vuelve a suceder lo mismo, pero con otro gesto, otra palabra, otra escena, crece otro poquito. De repente, nuestra caja se vuelve pequeña y lo sentimos luchando por abrir espacio en su contenedor. ¿Qué nos pasa? ¿Será esto la euforia? Se nos sale el corazón del pecho.


Como nos asusta que se nos escape, intentamos acomodarlo de nuevo en su caja. Le hacemos algo más de espacio, desechamos lo acumulado y le recomendamos, por nuestro bien, que sepa adaptarse a las circunstancias. Pero ¡Oh! Otro latido. Le recriminamos, como a un niño pequeño, que no se esté quieto. Lo intentamos someter hasta que crece tanto que nuestros esfuerzos por dominarlo son inútiles, hasta que se hace inmenso y… vaya, nos sentimos felices. Más felices cuanto más inmenso, así que abrimos la caja, la tiramos y exponemos el corazón indefenso y enorme para que continúe creciendo, para que nos desborde, para que sea más grande que nosotros mismos. Para ser dichosos, sin saber qué sucederá.


2 comentarios:

  1. espero que haya ido muy bien el Mir, yo sigo en la uab acabando el primer semestre de enfermería, un beso ruth.

    Iván.

    ResponderEliminar