jueves, 18 de marzo de 2010

Troncalidad



Ahora que la troncalidad del MIR parece un hecho irrevocable y que en unos pocos días, miles de estudiantes de Medicina hemos presenciado estupefactos cómo se modificaban nuestros esquemas vitales fortalecidos a base de interiorización durante cinco largos años de carrera (largos, muy largos, pero no tanto), resulta divertido pensar en el más banal de todos ellos, la respuesta a esta simple pregunta:

- ¿Y cuándo dices que acabas la carrera?

Hasta hace tres días, la conversación hubiera seguido de la siguiente forma:

- ¡Me queda un año y tres meses!
- Ah, bueno, ¡aún te queda!
- ¡No! ¡Pero si eso ya es nada!
- Sí, tienes razón. Después de cinco años... un año ya no es nada. ¿Y después?
- ¿Después? Estudiar 6 meses para el MIR, escoger plaza y comenzar a trabajar como residente de una especialidad durante 4 ó 5 años.
- Buf...
- ¡No, no! ¡Si en realidad ya acabo! – exclamas preso de una extraña mezcla de euforia y pavor-. Después ya es un trabajo como otro cualquiera.

Ahora, ya no serán necesarios 3 minutos de explicaciones, podremos resumirlo de esta manera:

- ¿Y cuándo dices que acabas la carrera?
- No, no... no he mencionado nada sobre terminar...
- Ya, pero, ¿cuándo la acabas?

Entonces, con el semblante desolado y la mirada perdida en el infinito, mirando a través de nuestro interlocutor allá hacia donde se escapa nuestra juventud, tras un largo silencio por un duelo intransferible, responderemos:

- Nunca.

Es esencial encontrarle el humor a esta pantomima melodramática. O todos comenzaremos a rememorar aquellos otros sueños que abandonamos al escoger este camino, y los preferiremos antes que éste.

Una compañera nos expresaba, hace muy poco, en una de tantas crisis existenciales por las que todos pasamos, lo muy feliz que hubiera sido trabajando en una floristería y embelesándose con el olor y colorido de las flores. Hubiera hecho felices a las personas creando hermosos centros de mesa y recomendándoles la combinación perfecta para el ramo de flores de una declaración de amor. “¡No, aguanta!”, nos sobresaltamos todos al unísono, “piensa que ya has hecho cinco años... por uno más que te queda, no vas a rendirte ahora”.

No obstante, lo cierto es que cuanto más escuchamos su sueño de La Floristería Feliz, más y más sueños olvidados comienzan a resurgir de ese rincón de nuestras almas al que enviamos todo lo que alguna vez quisimos olvidar por algo que creímos mejor. Al fin y al cabo, a los cinco años de edad, en la cima de la felicidad sin saberlo, ¿quién sueña con salvar vidas?

Una soñaba con ser cartera, otra panadera, yo misma siempre he soñado con.... En fin, lo cierto es que estamos descubriendo que no hace falta sufrir tanto para intentar hacer feliz o ayudar a alguien. La Panadera nos está enganchando con su ideal del Horno de las Maravillas. Y más aún, con su sueño dulce (y sus palabras desesperadas) acerca de una vida sencilla y feliz.

Un momento. El sonido casi melodioso de la frase me obliga a repetirlo para volverme a deleitar en él: el sueño dulce de una vida sencilla y feliz.

Sin embargo, (“¡Oh, sin embargo!”), deberíamos volver a la respuesta que le dábamos a nuestra amiga mientras nos hablaba de su floristería imaginaria. “Piensa en todo lo que ya has recorrido, no vas a rendirte ahora”. Pues eso, por unos años más añadidos que nos han regalado (y algo más, pero de nada sirve lamentarse), seguiremos adaptándonos. Como siempre, como tantas otras veces. No debemos olvidarlo: adaptarse –cuando ya nada queda por hacer- forma parte del proceso vital.

1 comentario:

  1. realment tràgic. No en tenim prou amb estudiar durant tota la juventut, sacrificar festes i descans i un llarg etc. Hem de donar cos i ànima.
    i quan ja ens ho han exprimit tot...ens n'adonem que no era així! sempre es pot donar una volta més a la "tuerca".

    És en aquest tipus de moments on jo intento parar i recordar perquè vaig triar aquesta carrera. Per què vaig tirar ser metge?
    Perquè volia sentir que, en el meu pas per aquest món, havia estat útil. Som conscients de que no salvem vides (tothom acaba morint, al final) i que no curem del tot, però paliem el dolor i ajudem a fer que els altres visquin d'una manera més suportable.

    i llavors penso...potser ningú ens donarà les gràcies, potser ningú ens posarà facilitats. Però segur que, tot i que només aconseguim part del que ens hem proposat, ja val la pena! i somric.

    Ànims!!! :)

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